38 Peucalhué y el orden
Peucalhué y el orden
El clima, tornado neblinoso,
en amanecer de conflictos,
atrajo, a otros curiosos,
deseosos de sentirse inscriptos.
Esa mañana, fue el pastito el orador,
gritando desde abajo… el piso,
que era él el indicado, el gobernador,
y que todo se haría, plasmándose en:”Lo que quiso.
Enseguida, no tardaron los alelíes: íconos
de Nardos y jazmines,
en gritar, cual pícaros,
que él, no era… señor de los jardines.
El pastito furioso, tapizó unas piedras,
y desde allí conferenció bien firme:
que la igualdad se cernía en predio de hiedras,
y que nadie era mejor que otro, ¡Que así lo afirme!
Los gorriones alborotados, rodearon los árboles todos,
visualizando al predio, para llevar mayor información,
contarles a canteros de plazas, estos modos,
y magnificar, del jardín, su revolución.
Las margaritas, estaban furiosas,
amaban la paz y la armonía,
rechazaban aves foráneas, muy curiosas,
disfrutando maliciosas, molestias ajenas con alegría.
Los rosedales, de pimpollos multicolores,
ingenuos prendidos en nostalgias,
gritaron al viento sus oraciones,
acudiendo a las hadas, duendes y magias.
Así fue, que en nenúfares, muy sentados,
duendes y varas mágicas, de hadas,
anunciaron a los vientos, lo presentado,
llegando a peucalhué, el desear saber de su amada.
La rosa muy roja, en un rincón asombrada,
miraba el espectáculo, el desorden del bello jardín.
Pensaba cómo arrojar aroma, y así lograr una calmada,
por lo que hizo más intenso, su bello carmín.
Todos los espacios, hasta los de las palomas,
que llegaban al lago, a las arboledas muy altas,
se impregnaron de su rosa, los aromas,
y las aves, todas trinaron, hasta las descalzas.
Fue como un influjo, de sedación extraña,
que normalizó el jardín, llenándose de calma,
y la belleza reinó sin patrañas,
mientras la fresca brisa, les cubría las almas.
Peucalhué llegaba con velocidad,
para averiguar lo sucedido, en rosedal,
y presenciando su amor, corola en mocedad,
prendado aún más, hundió su pico, en roja beldad.
Embriagado, de pasión carmín,
extasiado todo el jardín,
sintió, cómo del pastito, tal necedad,
se perdía, lo más bello… ¡El amor y la verdad!
Renée Escape
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